‘El aleteo del colibrí’, de Leticia Crespo

Después de unos días de fiestas con gran componente gastronómico se agradece una temporada de comida sana que vuelva a reconciliar nuestro cuerpo con el buen vivir. Así se me ocurre iniciar este comentario sobre la última novela de Leticia Crespo, ‘El aleteo del colibrí’, precioso titulo y extraordinaria edición a cargo de LOS LIBROS DEL GATO NEGRO, con una portada deliciosa debida a David Guirao.
En esta ocasión la inspectora Cuerda, con un espacio temporal de 30 años, se encuentra con una serie de asesinatos de chicas jóvenes, que intenta desentrañar a pesar del tiempo trascurrido. Estamos pues, ante un nuevo caso de este personaje con el que Leticia Crespo consigue nos identifiquemos, nos cansemos en sus horas interminables de trabajo, indaguemos con ella y analicemos el caso desde todas las perspectivas, disfrutemos de sus amigos, de sus cervezas, de sus pinchos.
En resumidas cuentas, uno de los mayores aciertos de las novelas de esta autora es que nos invita a introducirnos en ellas y a que seamos capaces de disfrutar de la opera Madama Butterflay, o recorramos el cementerio de Torrero y como en este caso visitemos o nos quedemos con las ganas de visitar los pueblos de la ribera cercanos a Zaragoza.
Desde un buen pincho de tortilla a una excavaciones arqueológicas, o un concierto de rock, son detalles no menores que debemos tener en cuenta para disfrutar de esta novela.
Pero no solamente todo esto es importante, es que la mayor virtud es que participamos de las deliberaciones de la investigación como uno más, parece que en cualquier momento se nos va a pedir nuestra opinión en esa reuniones de coordinación de los equipos investigadores, y es que Leticia Crespo tiene destacadamente esa cualidad, hacer sencillo lo complejo y ser capaz de hacernos emocionar y sufrir con sus personajes.
Entramos en sus novelas, somo uno mas y por ello el éxito o fracaso es también nuestro. Yo he disfrutado, la he devorado en tres tardes y me ha venido bien para desengrasar de últimas lecturas mucho mas impenetrables.
Pedro Pérez