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Pablo Compairé, el único ganadero de vacuno del Valle del Aragón

Pocos se imaginan ahora trabajar en el campo, despertarse antes que el sol, cuidar vacas y ovejas. Es una actividad muy sacrificada, en muchos casos poco rentable y a veces difícil. Cada vez menos personas lo hacen. Pablo Compairé es un intrépido joven aragonés  que adora a sus animales. Toda su infancia ha estado rodeado de animales, sus abuelos le han despertado este interés y ahora no se ve sin sus vacas, sin trabajar el campo. Es algo más que una afición, sus animales forman parte de su vida, y disfruta mucho, aunque no sabe lo que es un día libre.

Pablo tiene 27 años, vive en Villanúa y tiene a su cargo actualmente 12 vacas y unos cuantos terneros. Aunque trabaja como mecánico a jornada completa, fuera de su horario laboral, se dedica a sus animales. No puede y no quiere cogerse días libres o vacaciones, porque los animales necesitan cuidados todos los días. «Esto es lo que he visto desde pequeño, no puede no gustarme, con sólo ocho años yo ya iba con las vacas por ahí. Aquí, con mis animales desconecto, me siento útil, y estoy al aire libre. No quiero que se pierda esta tradición, a mí me hace muy feliz”, asegura. En el Valle del Aragón es el único que se dedica a la ganadería de vacuno.

Se despierta a las 7 de la mañana para poder dar de comer a sus animales antes de irse al trabajo, que le proporciona el sueldo. “Al medio día me doy otra vuelta y por la noche paso de nuevo para darles de comer y controlar que está todo en orden”. Hay días que llega tarde a cenar porque se entretiene en la nave, ahí “nunca falta el trabajo”. Hasta encontrar tiempo para realizar la entrevista fue bastante complicado.

Su familia lo apoya, aunque no sienten la devoción que siente él. “A veces me echan broncas porque trabajo demasiado, porque llego tarde a casa. Pero en realidad entienden que es algo que me gusta, que para mí esto es muy gratificante y se alegran de verme feliz”. El más orgulloso es su abuelo porque ve como su nieto continúa con algo que él quiere tanto. De hecho, con sus 85 años y sus rodillas doloridas, pasa bastante tiempo en la nave porque le gusta y se quiere sentir útil. Pablo admite que hay ratos duros, pero prefiere estar con sus animales en vez de “hacer otras cosas menos provechosas». Confiesa que se tiene que planificar bien el tiempo para llegar a todo, entre semana ya sabe lo que va hacer durante el fin de semana.

En verano es cuando más trabajo hay

En verano las vacas suben al Puerto de Gabardito. Están ahí hasta el otoño, y Pablo sólo tiene que pasar a verlas cada semana, echarles sal, verificar que está todo en orden. Pero en el pueblo queda mucho trabajo por delante. Tal y como apunta, la estación en la que hay más trabajo es el verano. “El mes de junio en concreto es muy intenso porque las vacas aún no han subido al puerto y a parte de encargarme de ellas tengo que pasar mucho tiempo en el campo. En esa época, las vacas ya beben mucha agua y si hay que llevarles el agua también, ya me veo superado a veces.» Luego cortar y secar la hierba tiene lo suyo y si el tiempo sale lluvioso es más laborioso aún. “En estas fechas siempre me cojo 15-20 días de vacaciones para no ir agobiado, en el trabajo ya lo saben”. En primavera, cuando les toca parir a la mayoría, también se incrementa la faena “porque tengo que verificarlas por la noche, ayudarlas en el parto. Hay veces que me quedo esperando en el coche. El año pasado un ternero se me quedó muerto en el paso. Fue muy triste y cuando tienes tan pocas vacas lo vives más”.
Aparte de las vacas, en la nave hay gallinas, conejos, algunas ovejas y dos cabras.

¿Es o no es rentable y cómo se muestra el futuro?

Este joven ganadero asegura que al tener sólo 12 vacas no puede ser rentable. Aunque Pablo tiene toda la infraestructura y tiene los campos de su abuelo, en algunas épocas pierde dinero. “Cubro parte de los gastos cuando vendo algún ternero, aunque están valorados igual que hace 30-40 años. Y a la vez hay que pagar seguros, veterinarios, vacunas y abonos para los campos”.

De aquí a cinco años el joven ganadero se ve con más vacas, aunque no planea dedicarse exclusivamente a la ganadería. No porque no quisiese, sino porque lo ve complicado. Le gustaría organizarse para mover las vacas a las afueras del pueblo. Ahora mismo tiene sus animales en una zona cercana al centro de Villanúa. “Con más vacas no podré seguir aquí. Si alguien se quejara por el olor u otras cosas, yo tendría que irme de aquí.” Hasta el momento, no ha habido quejas, los animales no molestan a nadie, «estamos en un entorno rural». Todo el mundo admira su trabajo y sus vacas son los animales más fotografiados del valle. Siempre hay gente contemplándolas en frente del prado que hay al lado de su nave.

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