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Adolescentes que no escuchan

….y por más que se lo repito no me hace caso…

… se lo puedo decir mil veces que pasa de mí…

…me toma el pelo, te lo juro, lo hace queriendo…

Si cuando “hablas” con tu hijo adolescente sientes que no te escucha, es que realmente no te está escuchando, y como ahora de muchos temas hay estudios, de esto, también.

Un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Harvard estudiaron qué hace el cerebro de un adolescente cuando su madre le reprocha, insiste o critica.

Los neurocientíficos se centraron en tres redes cerebrales específicas en el cerebro de los adolescentes: las áreas relacionadas con el procesamiento de las emociones negativas, como el sistema límbico; las áreas involucradas en la regulación de las emociones, como la corteza prefrontal; y las áreas que intervienen en la comprensión de la perspectiva de otras personas, esto es, la empatía, como la conjunción de los lóbulos temporal y parietal.

Cuando los adolescentes escuchaban los reproches de sus madres en sus cerebros se apreciaba una mayor actividad en las zonas involucradas en emociones negativas, lo cual no es especialmente sorprendente ya que a nadie nos gusta que nos critiquen.

Pero lo interesante fue que también disminuía la actividad en las zonas relacionadas con el control emocional y la empatía. Y esos cambios se mantenían tiempo después de haber escuchado “el discursito de su madre”.

Lo que ocurre es que, como respuesta a las quejas maternas, los adolescentes simplemente “apagan” el procesamiento social, lo cual significa que no intentan ponerse en el lugar de sus padres para poder comprender su punto de vista y simplemente “pasan” de lo que les dicen.

Y ahora nos podemos preguntar, ¿pero por qué lo hacen?

Una explicación alternativa podría ser que los adolescentes “apagan” esas zonas del cerebro como un mecanismo de defensa para protegerse así mismos y  para detener un posible conflicto.

Pero lo interesante sería preguntarnos ¿qué podemos hacer para evitar estas situaciones?

Si lo pensamos bien a nadie nos gusta que nos critiquen y nos atosiguen. Las críticas, en la mayoría de las personas, suelen generar una reacción defensiva, que se manifiesta en forma de enfados o como hacen muchos adolescentes desconectándose de la situación.

Pongamos en situación: “te lo pido, pasas de mi, te lo vuelvo a pedir, vuelves a pasar de mi, ¡pero que te estoy hablando!, sigues pasando de mi, ¡¿pero en serio que no me escuchas?!….. “ y es aquí como adultos, donde debemos pararnos y pensar, se lo he dicho veinte veces, a la veintiuna, ¿me va a hacer caso?, pues sinceramente, no.

Y una buena manera para evitar este efecto puede ser no criticar ni reprochar sino proponer soluciones directamente, en vez de centrarnos siempre en las cosas negativas.

Claro, esto sería interesante hacerlo antes de que ya estemos algo revueltos y con la paciencia un poco tocada…Es por eso que el cambio no sólo depende de nuestros hijos, sino de nosotros mismos, sabernos anticipar a nuestras emociones y respuestas es clave para relacionarnos con nuestros hijos de una manera sana y natural. Por ejemplo, en vez de enfadarte porque tu hijo lleva toda la tarde con el móvil, dile directamente qué esperas de él: “Me gustaría que dejases el móvil y me contases qué tal el examen de esta mañana”. Es una frase más neutra a nivel emocional pero que encierra una solución.

Son cambios costosos pero factibles, así que mejor, no reproches, dialoga,  no critiques, ofrece soluciones. Vuestra relación mejorará notablemente y os ayudará a no perder los nervios ante la “sordera” que vuestros hijos a  veces parece que sufren.

 

Loreto Orduna Pérez

Psicóloga sanitaria. Psicóloga infanto juvenil.

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